"Pero no fueron los bárbaros indígenas quienes destruyeron la obra jesuítica en su contexto continental , sino la envidia económica y política, la ignorancia y barbarie de los ya civilizados e "iluminados". Fueron ellos quienes destrozaron esos pueblos cercanos a la Arcadia.
Hoy en día se encuentran los restos de partituras e instrumentos musicales, no solo en los archivos y museos de los grandes centros urbanos, sino también en rincones oscuros y descuidados de pueblos abandonados como Chiquitos, Mojos y otros, guardados por manos indígenas como reliquias sagradas de un paraíso perdido". Hans Roth, pg. 23
|